martes, 22 de marzo de 2016

Imitador Desvergonzado (Vol.I)


Cada cual, con su quimera

Bajo un amplio cielo gris, en una vasta llanura polvorienta, sin sendas, ni césped, sin un cardo, sin una ortiga, tropecé con muchos hombres que caminaban encorvados.

Llevaba cada cual, a cuestas, una quimera enorme, tan pesada como un saco de harina o de carbón, o la mochila de un soldado de infantería romana.

Pero el monstruoso animal no era un peso inerte; envolvía y oprimía, por el contrario, al hombre, con sus músculos elásticos y poderosos; prendíase con sus dos vastas garras al pecho de su montura, y su cabeza fabulosa dominaba la frente del hombre, como uno de aquellos cascos horribles con que los guerreros antiguos pretendían aumentar el terror de sus enemigos.

Interrogué a uno de aquellos hombres preguntándole adónde iban de aquel modo. Me contestó que ni él ni los demás lo sabían; pero que, sin duda, iban a alguna parte, ya que les impulsaba una necesidad invencible de andar.

Observación curiosa: ninguno de aquellos viajeros parecía irritado contra el furioso animal, colgado de su cuello y pegado a su espalda; hubiérase dicho que lo consideraban como parte de sí mismos. Tantos rostros fatigados y serios, ninguna desesperación mostraban; bajo la capa esplenética del cielo, hundidos los pies en el polvo de un suelo tan desolado como el cielo mismo, caminaban con la faz resignada de los condenados a esperar siempre.

Y el cortejo pasó junto a mí, y se hundió en la atmósfera del horizonte, por el lugar donde la superficie redondeada del planeta se esquiva a la curiosidad del mirar humano.

Me obstiné unos instantes en querer penetrar el misterio; mas pronto la irresistible indiferencia se dejó caer sobre mí, y me quedó más profundamente agobiado que los otros con sus abrumadoras quimeras.

Baudelaire.

domingo, 13 de marzo de 2016

Amor (Vol. II)

Esto es el significado del Amor,

alguien que te hace sentir bien en la vida,
alguien que es un ser alegre y bondadoso,
alguien que te da la oportunidad de ser fuerte,
o bien de confiar en otras personas que puedan ayudarte.

Un lugar en el que sientas que has estado ahí por siempre,
un lugar en donde estás madurando y aprendiendo con el ser amado.

Todo lo que soy, todo lo que veo,
todo lo que sueño y hago es mucho mejor
y tiene un significado mayor gracias a ti.

Leí aquello hace tantos años.
Y sin embargo, tan solo ahora creo entender a cabalidad la profunda implicancia de cada una de aquellas líneas.

domingo, 15 de febrero de 2015

Sueños (Vol.XIII)

Sé que acostumbro a varias cosas. Siendo una de ellas el escribir aquí por las noches, siendo otra de ellas el tener más o menos claro lo que diré y más o menos claro el cómo lo diré.

Asumo incluso que una que otra de estas entradas han tenido más de una lectura por mi parte antes de ser publicada, y otras en cambio aún conservan aquellas faltas de ortografía y/o redacción que nacieron en la misma cuna de la espontaneidad, sin embargo todas han sido gestadas con al menos unas horas de masticar una idea, un sentimiento o incluso, algún tormento interno.

Hoy comienzo con este ataque de sinceridad porque me encuentro sobrecogido por un viaje onírico que aún me tiene con el corazón acelerado y un tanto ahogado. Comienzo por decir además que desperté hace pocos minutos y no he masticado ni menos digerido nada de esto... he aquí un esfuerzo por pasmarlo tal cual como apareció.

Desperté.

Eran algo así como las 5 am, aún estaba oscuro y no podía dormir más, y pese a sentirme aún un poco cansado, me levanté. Leí un rato, bebí un té. Luego vi unos cuantos videos virales de Woki Toki, que por cierto me parecen bastante... menos aburridos que los de Hola Soy Germán. Pronto decanté a unos video-tutoriales de programación a los que no les pude seguir el paso en nada, tenía sueño.

Me tiré en la cama, me dormí al instante.

Estaba en un lugar parecido a una estación de metro, y yo sabía que ellos venían, pero no había mayor problema. Estaba con dos o tres amigos más, amigos de la vida. Ellos estaban preocupados, preocupados por mi en efecto. Querían hacerme entender que corríamos algún tipo de peligro, pero yo estaba tranquilo.

Esto es un sueño, es mi sueño y no hay problema. No recuerdo la cara de mis amigos, pero si recuerdo la sensación que se siente al estar cerca de los cercanos.

Le dediqué una mirada tranquilizadora a este ser sin rostro, luego me volví para encontrarme con que la amenaza ya había llegado. Eran unos sujetos con alguna clase de traje de protección, una mezcla entre guardia de metro europeo trajes tácticos, pero con rostro a la vista y sin cascos. No portaban armas, sin embargo yo sabía que eran el adversario y venían por nosotros.

Corrimos un poco, creo... más bien, mis amigos hicieron el ademán de empezar a correr, esperándome e incitándome a escapar con ellos. Yo di un par de pasos, mientras pensaba en que no tenía por qué correr en mi propio sueño.

Veo fijamente a uno y me concentro en destruirlo. No me queda claro cómo, pero el cae al suelo, muerto, sin sangre ni nada por el estilo, salvo la mueca de su rostro desfigurado por algo muy malo ocurriendo dentro de su cabeza, físicamente.

No me queda muy claro cómo, pero entiendo rápidamente que puedo dominar el vidrio, y se... que algo de vidrio saqué de entre los azulejos de las paredes del metro, pequeñas partículas que cercenaron violentamente los interiores encefálicos de este doble de sueño de acción.

Dos más le siguieron, y comenzaron a llegar muchos otros, a quienes ataqué con estas micro partículas de vidrio sin ningún remordimiento. Mi cabeza se sentía pesada, perdía la consciencia de mi cuerpo, de mis extremidades... comenzaba a sentir una quietud cada vez mayor, una adrenalina apoderándose de cada pequeña fracción de segundo, en este marco temporal dilatado en donde pude ver en detalle de quién tenía que encargarme ahora para salvarme a mi y a mis amigos.

Uno de estos guardias traía consigo una esfera de cristal trizada, la misma que utilizo para practicar malabarismo de contacto... y es entonces cuando el sonido se vuelve más denso, submarino, y mi cabeza me exige que me detenga, esboza mil consecuencias fatídicas de continuar exigiéndome de esta forma, pero nada importa, es un sueño, me dije.

La esfera de vidrio colapsa en una explosión de miles de pequeñas esferas, del tamaño no mayor a la de un ojo de gato. Esferas que se aceleran a grandes velocidades, en todas direcciones y comienzan a destruir con una contundencia absoluta. El ruido de las cerámicas rompiéndose y una sensación de caos dominan todo, la percepción del tiempo es bizarra y todo se siente infinitamente veloz, pero con demasiada lucidez.

Es como si recordase en demasiados detalle un marco temporal demasiado pequeño, y nuevamente, todo eso siendo pasado por un filtro-pasabajos para darle una atmósfera más hollywoodense a todo.

Aquí quiero hacer una pequeña pausa para dejar en claro que, hasta este momento, el sueño es sólo un sueño como los que he tenido en otros momentos, muy divertido en efecto, como ver una película sin mucho contenido, o jugar un juego de acción. Una golosina de sueño.

Sin embargo, la sensación de desgaste en mi cabeza era nueva. El sentir mi cuerpo pesado era molesto... una incomodidad creciente comienza a apoderarse de mi en la medida de que todo y todos están siendo destruidos, pero no es que me molestase el estar causando tanto estrago... yo sabía que era un sueño, que todo aquello era mi castillo de arena para construirlo y aplastarlo sin reparos.

En ese momento me doy cuenta que no estoy respirando, el sonido deja de ser una experiencia acuática y saturada de bajos para comenzar a ser un chirrido cada vez más agudo, tengo una sensación terrible en mi interior, me ahoga, me acongoja, es un desespero indecible, y siento una necesidad profunda por gritar desgarradoramente, sin poder gritar, sintiéndome cada vez más ahogado, como si toda esa destrucción fuese tan solo una pequeña externalización caricaturizada de algo muy malo que ocurre en mi interior, y esa caricatura poco a poco se hace lejana, inexistente. Intento gritar para despertarme a mi mismo, para pedir ayuda, siento que estoy despertando, creo sentir que estoy gritando y me produce un poco de calma el saber que pronto dejaré este sueño.

Estoy despertando, esto ya no es un sueño, y ya nada queda de la tranquilidad antes descrita.

Esto ya no es un sueño, pero el chirrido sigue ahí, tengo mi cuerpo en posición fetal y estoy en el entretecho de alguna casa vieja, con el suelo de madera y haces de luz colándose por diversas rendijas. No puedo moverme, no puedo respirar...

Siento que me arrodillo, con las manos en mi cabeza, ahogado de desesperación, continúo gritando, en eso me veo a mi mismo recostado en aquel suelo de madera, en posición fetal, mientas siento que mi cuerpo está de rodillas... mi grito se une a cientos de otros gritos, mientras de la madera se incorporan a mi alrededor cientos de otros entes, sombras, que también gritan en una agonía mucho mas antigua, y mi angustia alcanza unos niveles desconocidos, insospechados.

Francamente fue horroroso,.. mi grito se fundió en este lamento generalizado y desgarrador durante una cortísima eternindad, hasta que me rindo e imploro clemencia, interiormente... me escucho diciéndome "pero por qué tengo que sentir el dolor de todos!" y los cientos se hacen miles, sigo sin poder moverme, sigo sin poder respirar, en posición fetal, con el cuerpo tenso y las manos en la cabeza... dejo de ver aquel infierno de almas, dejo de intentar gritar, ya asumiendo el tormento, comienzo a abrir los ojos para encontrarme en esa misma posición fetal, tirado en mi cama, aún con el cuerpo enfermo de adrenalina, falto de oxígeno, con la duda de si habré o no gritado y escuchando justo el momento en que me llega un mensaje de texto al celular.

Ahora tipeo esto, sin saber bien qué me motivó en un comienzo, y sin tener ninguna mejor línea para concluir el relato, puedo decir un par de cosas antes de terminar este post. Primero, que si bien es cierto he tenido más de alguna pesadilla antes, nunca sentí cosas tan intensas en un estado onírico, ni menos mezcladas con esto de la parálisis del sueño, que es tercera vez en la vida que me pasa, nunca había sido tan poderosa como ahora, no fue solo lo de la parálisis y la sensación de ahogo. La angustia, el dolor, la pena y la desolación fueron demasiado reales.

Segundo, soy un fiel creyente de la ciencia y de la magia. Estudio con curiosidad ambos temas, y sin pretender escribir ahora un tratado de mis ideas al respecto, puedo decir que estoy convencido de que, sin pretenderlo, me conecté con el dolor de un mundo enfermo. Tengo que aceptar que si bien es cierto, desperté completamente asustado y sobrecogido, ahora (ya tranquilo), debo decir que me siento afortunado y un tanto tontamente orgulloso, como si fuese todo un logro.

De cualquier modo, me quedo con lo de manipular vidrio, fue chévere. Me retiro a practicar Contact.

viernes, 6 de febrero de 2015

Regalo

Quiero regalarte un texto, que de momento se me perdió.
Se escabulló entre las letras, se desdibujó entre las líneas.
Desentonó desde sus fonemas y se manchó de tinta fuera de su hoja.
Que se entretejió en el silencio, que supo recordar su olvido.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Condena (Vol. II y final)

Desentendimiento.

Es insólito que por muy hermoso que sea el constructo que llamamos lenguaje, siga siendo tan precario a la hora de permitirnos el entendimiento con otros seres.

Restrictivo... muchas veces menos importan las palabras que el tono o incluso el contexto, y aún más, siempre ha de importar bastante más la energía de donde nacen esas palabras.

Me pregunto ahora, cuántas personas, hoy por hoy, están dispuestas a detener la vorágine de la vida moderna para darse el momento de apreciar de qué tipo de energía nacen esas palabras.

Es curioso, llevo bastante tiempo sin escribir en este lugar, y esto es principalmente a que he encontrado mil otras formas de sacar de mi todo lo que me atañe.

La música, el arte, la belleza... la contemplación, el silencio, por mencionar unos pocos.

Me vi condenado, hace años ya, y hoy no deja de causarme gracia lo muy equivocado que me encontraba. Lo muy equivocados que nos encontrábamos. Y no fue porque hiciésemos mal las cosas, o bien, porque pretendiésemos mal hacia el otro.

Simplemente no hubo entendimiento. Y de ahí que han sido años de libertad, de entendimiento, de comunicación real, mucho mas allá de las palabras que no puedo dejar de sentir restrictivas.

Hablar, desde el fondo del alma, es una empresa bastante titánica. Supone, ante todo, despojarse de muchas barreras y estar dispuesto a soportar todo tipo de embestidas. Supone también hacerse cargo de todo lo dicho.

De ahí que sea una excelente práctica el ir con tiento, el conocerte, el respirar y el poder conectarte íntimamente con lo que te rodea, con quienes te rodean.

Y es desde ahí que no puedo evitar dejar escapar una leve sonrisa con un desagradable dejo de arrogancia cuando alguien me grita pretendiendo hacerme entender algo. Lo único que se puede entrever de una situación como aquella es la falta de fortaleza de quien tanto se desata.

Es ladrar para no tener que llegar a las mordeduras, y no es de extrañarse al darse cuenta que los depredadores más temidos del reino animal suelen ser criaturas silenciosas. Alguien gritando si me puede comunicar que está molesto. Amenazador? No, la amenaza y el peligro se ven en la mirada, se siente en la energía, en la intención. El gritar de un modo desmedido no es más que una señal de tristeza no asumida, de rabia, de negación.

Sospecho que en ciertos momentos está bien desatar toda esas energías, y no atesorarlas como quien incuba una infección, sin embargo, permitirse desatar esa ira en contra de otro ser en un contexto que busca llegar al entendimiento no es mas que un intento bastante precario por engañarse a uno mismo.

Lo que es yo, pretendo curtir lo suficiente mi pellejo para no permitirle a la ira adentrarse en mi persona. Y sin embargo, paradójicamente, es en este punto en donde se cierra el ciclo de lo que ya mencionaba antes.

"Hablar, desde el fondo del alma, es una empresa bastante titánica. Supone, ante todo, despojarse de muchas barreras y estar dispuesto a soportar todo tipo de embestidas".

Pero en fin. No le grites a nadie, sólo te harás daño a ti. Si realmente tienes ganas de gritar, ve a desatarte de otro modo... toca algún instrumento, lucha con algún buen rival en un buen duelo de espadas, enfréntate al océano y nada como nunca, o ponte a correr hasta que te desplomes.

Pero, por favor, y esto lo digo por ti más que por quien deba soportar tu ira, no te dejes llevar por aquel camino fácil. Si gritoneas a alguien es bastante probable que ni si quiera le afectes. Y finalmente, si lograses afectarlo... dudo que sea algo de lo que te puedas sentir orgulloso al pasar los años.

Desentendimiento. Que aburrido.



domingo, 31 de agosto de 2014

Orgulloso

De ser desde la desdicha hasta el soneto,
de errar con la agudeza del testarudo
que si no sabe, lo inventa.

De lo infeliz que he sido, de lo inhóspito que veo el destino.

De que las cosas no son ni porque sí ni porque ni qué.

De cosechar tanto lo tan sembrado y lo no tanto también.

De ser ciego en un mar de incertidumbres,
y de que sean mis decisiones las protagonistas,
de buenos naufragios y de malas venturas.

De cada vez que me sentí miserable,
de cada vez que dije te amo.

Pero por sobretodo, de sentirme auténtico,
de no tener puta idea de nada
y sin saberlo ni dudarlo, hacer y deshacer,
con la convicción del corazón torcido,
con el norte vuelto y revuelto.

Porque no recuerdo haberme arrepentido
y si he de arrepentirme fue de haberme arrepentido.

jueves, 7 de agosto de 2014

Condena. (Vol.I)

Sonaron las cortinas al moverse con fuerza. Abrí mis ojos de golpe, un auxiliar desaparecía de la escena y entonces me vi por completo enfrentado a la ventana frontal del segundo piso del bus, siendo impactada violentamente por una muy tupida lluvia en la oscuridad de una fría mañana que aún no conocía el alba.

Estaba perplejo, la belleza del cuadro era indecible. No se podía ver el camino por la oscuridad, y las luces del bus parecían ser inexistentes entre la espesa cortina de agua y lo bajo que se encontraban respecto del segundo piso.

Con mis pies apoyados en esa ventana pude apreciar con todo mi asombro cada deliciosa gota que se reventaba para fundirse en una segundo vidrio líquido, un segundo vidrio líquido que enturbia la mirada, que embellecía aún más la ya muy incierta oscuridad del camino a lo desconocido. Estaba llegando a Los Ángeles, lleno de asombro, sin saber nada del lugar, y frente a esa oscuridad que para cualquiera sería una amenaza, un evidente augurio de lo incierto, para mi era una bienvenida, la mejor de todas. Mi camino incierto, mi talante firme.